lunes, 30 de marzo de 2009

Madre

Tras el contorno de tu mano, veo luz,
en tu cabello y tu estatua serena,
un ángel. Eres el extenso árbol que vertió
sus ramas como versos sobre el tamiz del tiempo,
para crear vida, para regalar su soplo a la corriente.
En tus ojos veo el rocío de aquel cuadro
que inacabado refleja la frescura y el destello
de una sonrisa derramada por la luz del sol.
De colores tu mirada embellece cada gesto,
cada lienzo en tu voz se descuelga con ternura.
Te vi crecer en cada mueca, en cada ocaso
en el que veías que tu sol se daba la vuelta,
pero sólo alumbrabas para otro lado.
Y ahora, apoderada sobre tu figura,
recoges tu mejor momento,
ahora disfrutas de tu mejor rostro,
porque hace tiempo ya que le ganaste a la vida.
Tómala. Tómala ahora que es tuya,
y disfruta de tu mayor virtud,
la que sin duda también me has legado;
estamos hechos para sonreír.

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